Desde hace varios años, por mandato del destino, me encuentro residiendo por tierras Iqueñas donde he tenido la oportunidad de visitar los Museos de Nazca, Palpa, Paracas e Ica, del mismo modo que sobrevolar sus extensas pampas que me han permitido conocer las líneas y geoglifos existentes en esta región, así como también con no poco asombro y perplejidad las culturas pre-incas que se desarrollaron a lo largo de la historia, las que hasta ahora guardan muchos misterios que no terminan de ser develados. El presente artículo constituye otro esfuerzo más para descifrar esos enigmas.
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ToggleLa cultura Paracas
Se desarrolló entre los años 600 a.C. al 100 d.C. principalmente entre los ríos Ica y Pisco y en la península de Paracas. En su época de mayor expansión, se extendió por el norte hasta Chincha y por el sur hasta Yauca en la región de Arequipa. El principal centro de los Paracas pudo estar ubicado en Tajahuana, en el valle de Ica, por el sector de Ocucaje. Se caracterizaron por sus trabajos manuales -en textiles y pinturas- así como el interés en los fardos funerarios que evidenciaron las técnicas avanzadas en momificación, medicina y cirugía.
Uno de los misterios existentes en esta cultura son los cráneos alargados descubiertos por el Arqueólogo Julio C. Tello en Paracas que son por lo menos 25% más grandes y hasta un 60% más pesados que los cráneos de los seres humanos regulares. Los investigadores creen firmemente que estas características podrían no haberse logrado con las técnicas utilizadas por las tribus como sugieren algunos científicos. No sólo son diferentes en peso, los cráneos Paracas también son estructuralmente diferentes y sólo tienen una placa parietal mientras que los seres humanos normales tienen dos.
Brien Foerster, uno de los investigadores de las cabezas alargadas en América del Sur, compartió un resultado que generó la evaluación de 18 cráneos extraídos del sur peruano. Los estudios fueron realizados en Estados Unidos y Canadá permiten identificar que hace dos mil o tres mil años atrás se recogieron evidencias de cráneos alargados, que coinciden con el periodo de los Paracas, en el Mar Negro y Crimea, lo cual determinaría una señal de migración. Dicho autor ha identificado que existe una diferenciación entre los cráneos hallados en el territorio peruano, menciona que: “creemos que estas personas nacieron con el cráneo alargado”. Esta hipótesis se respalda en el gran agujero que se ubica más atrás de su posición considerada normal en el ser humano, por lo que es un diferenciador genético. El aspecto de los restos generó el reconocimiento de amplios espacios cóncavos para los ojos, así como cabello rojizo en algunos habitantes. El investigador hizo una amplia explicación sobre el agujero que poseen las piezas óseas, las cuales serían ovaladas y no circulares como en los Homo sapiens sapiens, con ello concluye que los cuellos son más delgados y largos de lo normal. Otro factor a destacar es el tipo de sangre que arrojaron los resultados. De los cráneos alargados que pasaron por el test se recogió que el tipo de sangre no coincide con los hallazgos procedentes de México y que se extienden al territorio de Sudamérica. En este sector, el tipo de sangre común es O Al 100%, pero en el caso de los Paracas, este se desprende en: 28.5% del tipo A; 7.1% del tipo B; 21.4% del tipo A y B, considerado el más raro del planeta; y 43% del tipo O.
Asimismo, el Director del Museo de Historia de Paracas envió cinco muestras de los cráneos Paracas para someterlas a pruebas genéticas, y los resultados fueron fascinantes. Las muestras que consistían en el pelo, dientes, piel y algunos fragmentos de huesos craneales dieron detalles increíbles que han alimentado el misterio que rodea a estos cráneos anómalos. El laboratorio genético a donde las muestras fueron enviadas no fue informado previamente del origen de las calaveras para evitar ‘influenciar los resultados’. Curiosamente, el ADN mitocondrial, que se hereda de la madre, mostró mutaciones que eran desconocidas para cualquier hombre, primate o animal encontrado en el planeta Tierra.
Candelabro de Paracas
Otro enigma por dilucidar es el Candelabro de Paracas, famoso geoglifo ubicado en la costa norte de la península de Paracas, en la provincia de Pisco, dentro del departamento de Ica, en Perú. Sus grandes dimensiones y su diseño sobre la arena sobre una suave colina permiten distinguir una relación con las líneas, geoglifos de Nazca y de las pampas de Jumana. El Candelabro mide 180 metros de largo y se calcula que tiene unos 2500 años. Su significado sigue siendo un misterio. En los años 50 del siglo XX, durante 6 meses, Maria Reiche estudió este Candelabro. Se midieron sus dimensiones y se analizó su dirección que señala al sur como la constelación Cruz del Sur. El trabajo de hacer este geoglifo en la arena fue muy preciso considerando que la zona es de mucho viento sin que jamás se haya borrado. La dirección del Candelabro, junto con el viento y el agua marina han hecho una gruesa capa cristalina que lo ha mantenido desde su creación. Posiblemente fueron hombres astrónomos de la Cultura Nazca quienes construyeron este geoglifo, que no fue puesto allí para que los viajeros pasaran delante de él sin reparar en su presencia. Se asocia el geoglifo a la Constelación de la Cruz del Sur, conocida también como la Cruz de los navegantes, por indicar a los marinos del hemisferio Sur la ubicación del Polo Austral por medio de su eje principal que les servirá de guía y orientación en sus viajes. De cada uno de los brazos, arranca su correspondiente poste, paralelo al eje principal, del que equivaldría al eje de la Cruz del Sur.
Monte Sierpe
El enigma del Monte Sierpe, el geoglifo más grande del Perú. Nadie sabe exactamente quiénes y para qué se construyó esta enorme “serpiente” que asciende por los contrafuertes andinos vecinos a Tambo Colorado, en Pisco. Monte Sierpe es un poblado vecino a Humay por donde pasa la autopista Vía Los Libertadores, que une Pisco con Ayacucho. Está a solo siete kilómetros de Tambo Colorado, una sede administrativa construida por los incas para controlar sus dominios costeños hasta Chincha y Lunahuaná. Se han tejidos muchas hipótesis sobre su construcción y utilidad, pero si en algo coinciden los arqueólogos es en que se trata del geoglifo más grande del Perú, con casi 1,600 metros de largo y un ancho que varía entre 8 y 17 metros. Lo enigmático es que la “piel” del geoglifo está compuesta por aproximadamente 6,000 hoyos de diferente manufactura y tamaño. Algunos alcanzan 1.50 metros de diámetro y poco más de un metro de profundidad. La “piel” sube y baja por las laderas y es interrumpida por cinco o seis “veredas”. Desde la zona más alta del geoglifo, los hoyos parecen las escamas de una gigantesca serpiente, con la “cola” en los campos de cultivo vecinos a la autopista y la “cabeza” formada por una quebrada que guarda la silueta de la testa de una víbora. En medio de esta quebrada se encuentran los hoyos mejor elaborados y mejor conservados. Sobre estos hay unas grandes piedras desde donde se tiene una magnífica visión de la serpiente que corre exactamente de norte a sur, teniendo como horizonte unas gigantescas dunas que llegan hasta la orilla del mar, entre Pisco y Paracas. Este es precisamente el mejor ángulo para contemplar el movimiento de la Vía Láctea. Y viene Al caso si consideramos que, en el antiguo Perú, el trajín de la Vía Lactea fue un marcador de tiempo, casi como un calendario nocturno vinculado íntimamente con las tareas agrícolas. También es necesario considerar que las sombras de la Vía Láctea fueron muy importantes para los antiguos sabios y astrónomos. Entre estas sombras sobresale el “machacuay” o serpiente cósmica. Desde su descubrimiento, Monte Sierpe llamó la atención de destacados arqueólogos. Dwight Wallace fue el primero en estudiar el sitio. Le llamó la atención no hallar rastros de tumbas ni de vegetales en los hoyos. Esto fue comprobado por Frederic Engel y posteriormente por John Hyslop, quien postuló que se podría tratar de un enorme lugar de almacenamiento inca, relacionado con el centro administrativo de Tambo Colorado. Tampoco faltaron las explicaciones esotéricas y extraterrestres. Este enorme geoglifo tambien pudo servir como un enorme almacén de “tributos” entregados por las poblaciones locales a los incas de Tambo Colorado. Incluso, afirman que existieron grupos de hoyos para cada ayllu aportante. Relacionan el geoglifo con el hallazgo de Alejandro Chu y Gary Urton en el centro arqueológico de Incahuasi, en Lunahuaná: un espacio similar a un tablero de ajedrez que sirvió para la administración inca de tributos agrarios. Pero siguen siendo hipótesis que alimentan el misterio de Monte Sierpe.
Mantos Paracas
Los Mantos Paracas, son obras de arte textil de la cultura Paracas, que floreció en la región de Ica, estos mantos son reconocidos por su finura y sofisticación, y son considerados uno de los más destacados del mundo. Hechos con lana de vicuña o algodón, presentan diseños complejos y colores delicados, con hasta 190 gradaciones de color. Los tejidos eran bordados con agujas y podían contener detalles como hebras de oro, plumas y cabello humano. A pesar de tener más de 2000 años, muchos de estos mantos se han conservado casi intactos debido a la sequedad de los desiertos costeros de la zona. Su descubrimiento se debe en gran parte Al trabajo del historiador y antropólogo peruano Julio C. Tello, quien entre 1925 y 1927 encontró cerca de 450 momias en las necrópolis de la región de Ica. Estos hallazgos han permitido estudiar y apreciar el legado cultural de la cultura Paracas hasta el día de hoy.
Cultura Nazca
La cultura Nazca, una continuación de los Paracas, ocupó la región entre los años 200 d.C. al 800 d.C y tuvo como capital la ciudad de Cahuachi, un centro ceremonial con centenares de estructuras piramidales. Su territorio llegó a abarcar desde Chincha por el norte, hasta Arequipa por el sur. Un aspecto distintivo de esta cultura es su cerámica policromada, con figuras de hombres, animales y plantas.
Una de las expresiones de sus avanzados conocimientos hidráulicos son los acueductos de Nasca, los cuales están conformados por un conjunto de galerías y canales filtrantes independientes que se emplazan de manera paralela al curso de los ríos en los valles de Nasca, Taruga y las Trancas. Estas captan el agua del subsuelo, conduciéndola a la superficie por tramos subterráneos y abiertos, construyéndose para el efecto unos “ojos” o “chimeneas”, con el fin de realizar mantenimiento y cargar con la presión atmosférica al acueducto para mantener el régimen de flujo de agua uniforme, almacenandola al final en reservorios (cochas) para su posterior gestión y distribución, . Los materiales usados para la construcción de esta maravilla de ingeniería ancestral son la piedra en laja para las cubiertas, canto rodado para las paredes, madera de Huarango y material terroso. Para desarrollar este sistema hidráulico se requirió de un gran manejo y conocimiento del clima, lugar y el agua en sus condiciones particulares. Gracias a esta ingeniería y al enorme esfuerzo destinado a su mantenimiento pudieron cultivar el desierto y alimentar a grandes poblaciones. Actualmente de 42 acueductos existentes, 29 todavía transportan el agua. Entre los acueductos más destacados se encuentran los de Ocongalla y Cantalloc.
Las Líneas de Nazca
Las líneas y geoglifos de Nazca son unas de las áreas arqueológicas de aspecto más impresionante en el planeta y un extraordinario ejemplo del tradicional y milenario mundo mágico-religioso de las antiguas sociedades prehispánicas. Están ubicadas en las áridas llanuras costeras peruanas, a 450 km al sur de Lima, en la meseta alta y árida de la cuenca del Río Grande, el área se extiende por 50 km entre las poblaciones de Palpa y Nazca (Pampas de Jumana). Los constructores de estas mágicas y misteriosas líneas y geoglifos crearon un lugar sagrado. Los geoglifos son uno de los logros artísticos más singulares y extraordinarios, sin igual en cuanto a su diversidad y dimensiones (puede alcanzar los 275 metros de longitud), de cualquier parte del mundo. Durante casi 2000 años los antiguos pobladores de la región dibujaron miles de figuras antropomórficas y zoomórficas y líneas a gran escala en el árido terreno: animales, pájaros, insectos, otras criaturas vivientes y flores, plantas y árboles, así como formas geométricas y kilómetros de líneas de figuras deformadas o fantásticas.
Al margen de su espectacularidad, su elaboración era relativamente sencilla. La composición geológica del valle en el que se ubican facilita este tipo de arte: el suelo está formado por una base de arena compacta de color claro cubierta por una capa de piedras pequeñas de color oscuro. Cuando se aparta la capa superficial de piedra aflora el suelo claro, lo que genera un gran contraste entre éste y el área que aún está cubierta por el material oscuro. Los nazcas retiraron las piedras de grandes áreas, dejando a la vista el suelo arenoso, y colocaban las piedras desechadas en el borde del área barrida, logrando un juego de sombras que aumentaba el contraste entre el área clara y la más oscura. Técnicamente debemos llamarlas geoglifos (figuras trazadas sobre el suelo), y las podemos dividir en cuatro grupos según su diseño. El primero lo forman las líneas rectas, que son las más abundantes. Con una anchura que va de los cuarenta centímetros a los dos metros y medio, su longitud puede alcanzar incluso kilómetros, pues alguna se proyecta hacia fuera del valle (se extienden por una superficie de más de 500 kilómetros cuadrados). El segundo grupo lo constituyen los elementos rectangulares o triangulares, considerados tradicionalmente como puntos de reunión. El tercero está compuesto por formas geométricas tales como zigzags o espirales, y el cuarto grupo reúne los diseños figurativos, entre estos destacan los más naturalistas como el colibrí, el perro o la araña, pero se incluyen también formas que no encuentran referentes en el mundo real y que probablemente reflejen el universo sagrado de los Nazca.
Existe la convicción que los nazcas solo quisieron que su obra se viera desde el cielo porque consideraban las alturas el lugar donde está la morada de los dioses, idea que han compartido muchas civilizaciones a lo largo de la historia. A pesar de los muchos intentos de los investigadores para desentrañar sus misterios, las líneas de Nazca siguen generando más preguntas que respuestas. Esto ha propiciado la aparición de hipótesis acientíficas que presuponen una autoría no humana de los geoglifos. Un ejemplo son las teorías del científico suizo Erich von Däniken, quien, en la década de 1970, consideró que las líneas eran pistas de aterrizaje usadas por naves extraterrestres que habían visitado la Tierra en el pasado, el también escritor afirmaba en su obra que los habitantes concibieron a los extraterrestres como dioses y que se trataba de una obra indígena concebida con el objeto de propiciar la vuelta de éstas divinidades. John Alden Mason refiere: “No hay que olvidar que estas figuras son muy grandes y están trazadas sobre una superficie plana, como en las cercanías no hay elevación alguna, solo pueden verse bien desde un aeroplano o un globo. Por lo tanto, no hay duda de que fueron hechas para que las vieran las deidades celestiales”.
Un enfoque interpretativo une las hipótesis que han intentado vincular los geoglifos con el recurso más preciado de los nazcas: el agua. Varios autores han sugerido que la función ritual de las líneas se relacionaba con el culto al agua del subsuelo y a las montañas de donde proviene. El norteamericano David Johnson define el conjunto de líneas como un mapa del sistema hídrico subterráneo, y aunque hay evidencias que apuntan en esta dirección aún faltan estudios concluyentes.
Otra teoría es la que entiende los geoglifos como caminos. Fue propuesta por primera vez a nivel científico por el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe, quien creyó que eran vías ceremoniales ligadas a celebraciones religiosas. Estudios recientes han permitido encontrar líneas que comunican directamente con la entrada a la ciudad de Cahuachi, que habrían sido usadas como caminos para acceder a la capital de forma ritualizada, por ejemplo haciendo procesiones.
Paul Kosoc, antropólogo estadounidense que investigó las líneas de Nazca desde la década de 1930 hasta fines de los 50, propuso la hipótesis que las líneas eran signos calendáricos y astronómicos. Llamó a las líneas “el libro de astronomía y calendario más grande del mundo». Después que regresó a su país en 1949, su compañera, la alemana María Reiche, siguió sus investigaciones sobre las líneas de Nazca, esta dedicó el resto de su vida al estudio, conservación y difusión de este legado de la cultura nazca. Kosok y Reiche adelantaron una de las primeras explicaciones dadas sobre las líneas de Nazca, que estas tuvieron como propósito apuntar al sol y a los cuerpos celestes en el lejano horizonte.
Mi hipótesis de trabajo está referida a que nuestro planeta desde hace muchos milenios ha venido recibiendo la visita de extraterrestres quienes inicialmente al observar el estado de semi-salvajismo en que se encontraban los humanos decidieron ayudarlos en su evolución y desarrollo, como eran nómadas empezaron asentandolos en buenas tierras junto a los ríos donde les enseñaron a domar las plantas y los animales dando origen a la agricultura y la ganadería, también les enseñaron a fundir los metales, la textileria, el arte de la cerámica, etc., en general a ser civilizados. Para el efecto distribuyeron alienigenas a lo largo y ancho del planeta quienes ejecutaron a cabalidad la misión encomendada dando origen a las grandes culturas primigenias que existieron en el mundo, las que al parecer estuvieron de alguna u otra forma interconectadas, y una vez cumplido los objetivos propuestos se retiraron de la tierra, no sin antes dejar sembrados monumentales restos arqueológicos como son el Chichen Itzá de la cultura Maya, Göbekli Tepe en Turquía, Stonehenge de Inglaterra, las pirámides egipcias de Giza y la Esfinge, Machu Picchu y Sacsayhuaman en Perú; los Moais de la Isla de Pascua; las Cuevas de Ajanta en la India; Bagan en Myanmar, Leptis Magna en Libia, Kalasasaya en Tiahuanaco – Bolivia, así como las pirámides existentes en la selva amazónica y en la Antártica, etc. Nuestros antepasados en reconocimiento de los conocimientos adquiridos empezaron a rendirle culto a estos seres superiores convirtiendoles en deidas llegadas desde el cielo creando los dioses concebidos como seres sobrenaturales y supervisores del universo como fueron los casos de los dioses Amaterasu O-Mikami (‘venerable gran deidad que brilla en los cielos’), en el sintoísmo. Brahman, Krishna,que hace referencia a la divinidad absoluta del hinduismo, creador del universo. Elohim, ‘señor del universo’ en la Iglesia ortodoxa de Etiopía. Shangdi / Tian ‘señor del cielo’, en la religión tradicional china. Wiracocha dios supremo y creador del universo en la mitología incaica. Yahveh es el nombre propio que se menciona en el Tanaj para referirse a Dios en el judaísmo, etc.
El dios KON, de los Paracas y Nazcas
Es en este contexto que se entiende la aparición en la región de Paracas de los seres de cráneos alargados, de origen incierto, quienes crearon al mitológico dios KON considerado el hacedor del mundo a quien lo representaban volando en los cielos con máscaras felinas y portando alimentos, cabezas trofeo y un báculo; o bien con su cabeza y ojos prominentes por lo que también es conocido como el “Dios oculado”. Igualmente se entienden las pirámides de Cahuachi así como las extensas líneas existentes al igual que los elementos triangulares y rectangulares con la apariencia de guías y campos de aterrizaje, del mismo modo los enormes geoglifos creados para ser apreciados en toda su magnitud desde el cielo, que mostraba la belleza de los seres existentes en la tierra como animales, plantas y diversas figuras geométricas, en una especie de invitación nostálgica para un pronto retorno. Esta sub raza de cráneos alargados así como llegaron desaparecieron dejándonos sólo las huellas imperecederas de su paso por éstos territorios.
Escrito y compilado por Aledmegu, Mayo 2024